Naturalista británico
Lo que debes saber
Wallace propuso en 1889, la hipótesis de que la selección natural podría dar lugar al aislamiento reproductivo de dos variedades al formarse barreras contra la hibridación, lo que podría contribuir al desarrollo de nuevas especies.
El 1 de julio de 1858 se presentaron en la Sociedad Lineana de Londres de forma simultánea dos artículos de Darwin y de Wallace sobre la teoría de la evolución.
Biografía
Wallace nació en Usk, Monmouthshire (Gran Bretaña), en 1823. Aunque estudió arquitectura y topografía, ya a los veinte años se sintió interesado por la historia natural, vocación que mantuvo hasta el fin de su vida. Fue un naturalista autodidacto que viajó mucho por América del Sur y sudeste de Asia, recogiendo ejemplares para su colección. Durante su estancia en Sudamérica, acompañado del naturalista inglés H. W. Bates, se mostró muy interesado por la extraña semejanza en la disposición de los colores, observada en insectos entre los que no existía ninguna relación, y dedicó muchos de sus escritos a estos casos de semejanza.
Su mente privilegiada le condujo a investigar muchos problemas relacionados con evolución, como la construcción de nidos por los pájaros —es decir, hasta qué punto trata de una cosa instintiva o producto la inteligencia—, el significado de las miradas diferenciaciones de color que se encuentran entre pájaros de ambos sexos de misma especie, y el hombre y su evolución
Wallace realizó un amplio trabajo de campo antes de publicar su teoría, primero en la cuenca del río Amazonas y posteriormente en el archipiélago malayo, donde identificó una línea que dividía a Indonesia en dos zonas; una donde los animales relacionados con los de Australia eran comunes y otra en la que las especies eran en gran parte de origen asiático. Dicha línea se denomina en la actualidad línea de Wallace. Fue también uno de los expertos más reconocidos del siglo XIX sobre la distribución geográfica de las especies animales y es considerado como el "padre de la biogeografía".2 Asimismo, Wallace también fue uno de los pensadores evolucionistas más destacados de su época y realizó varios aportes al desarrollo de la teoría de la evolución además de haber codesarrollado el concepto de selección natural. Entre sus contribuciones a la ciencia se encuentran el concepto de aposematismo y el denominado efecto Wallace, una hipótesis acerca del modo en que la selección natural puede contribuir al aislamiento reproductivo de especies incipientes a través de la selección de mecanismos de aislamiento reproductivo o barreras a la hibridación.
A pesar de sus grandes contribuciones científicas, Wallace sentía una gran atracción por las ideas poco convencionales. Su interés por el espiritualismo, así como su creencia en el origen inmaterial de las facultades mentales creó controversia entre los científicos, especialmente con otros pensadores evolucionistas.
En 1837 comenzó a trabajar como agrimensor con otro de sus hermanos. En 1844, un libro muy popular llamado “Vestiges of the natural history of creation”, de Robert Chambers, cambió su vida al combinar sus recientes estudios científi cos con la teología (Smith 2004). El argumento de Chambers, muy acorde con las tradiciones victorianas de la época, apuntaba a que las especies progresaban en una escala evolutiva de acuerdo a designios divinos (Liu 2010).
Tempranamente se dio cuenta que para ser un buen naturalista debía penetrar profundamente en las selvas y ríos tropicales para colectar, estudiar y preservar especímenes biológicos (Knapp 2013).
Wallace financiaba sus viajes coleccionando especímenes para venderlos. Después de leer “El viaje del Beagle”, Wallace viajó a Brasil entre 1848 y 1852, con su amigo naturalista Henry Walter Bates. Llegaron a la ciudad de Pará en mayo de 1848 y recorrieron los ríos Amazonas y Negro por regiones donde ningún europeo había estado anteriormente (Beddall 1968). Fue aquí que contrajo malaria y sufrió por años de episodios febriles que lo forzaban a estar en cama por varios días. Por esos años ya se estaba interesando en el origen de las especies y a su regreso del Amazonas comenzó a delinear algunos principios biogeográficos basados en la distribución de algunos insectos. Lamentablemente el barco en que regresaba a Europa se incendió y hundió en el Atlántico, perdiéndose sus apuntes y los manuscritos de dos libros que preparaba. Curiosamente, tanto Wallace como Darwin deben su bagaje naturalístico y visión señera a largos periodos de exploración en lugares remotos (Fagan 2008, Knapp 2013). En 1854, Wallace viajó al archipiélago malayo (ahora Malasia, Indonesia, Timor oriental y Papúa-Nueva Guinea) y para 1862 había contribuido con más de 50 artículos científicos y notas sobre variados aspectos de la historia natural del archipiélago.
Como recolector de fauna, envió 125000 ítems a Inglaterra (Lloyd et al. 2010). Uno de sus trabajos, con la descripción de 20 nuevas especies de mariposas de la familia Papilionidae, le sirvió para poner a prueba hipótesis evolutivas (Mallet 2009).